lunes, 14 de marzo de 2011

Virgen de Retiro

Me tomé unas largas, esperadas, hermosas y merecidas (¿merecidas?) vacaciones. Este año tuve la oportunidad de ir a enfiestarme a Gualeguaychú.

Todo arrancó con mi desvirgue de Retiro. Sí, con 19 años debo ser una de las pocas jóvenes que jamás había pisado Retiro. Fue mi primera vez. Dolorosa y difícil primera vez. Mi madre estaba aterrada, tenía miedo. (Si, ella tampoco fué a retiro y tiene 46 años). Siempre tuvo auto por ende no era normal viajar en micro. Pero esta vez decidí irme de joda por mi parte. Crecer. Salir del nido.
Mi madre me acompañó con los bolsos a tomar un taxi. Ella se encargó de pedirle al taxista que me ayudara con el tema de Retiro, que yo nunca había ido y que necesitaba ayuda para ingresar a plataforma. Bastante bochornoso pero por suerte no había mucha gente a nuestro alrededor... Sólo mi hermana y unos cuantos peatones. Cuando subí al taxi, mi madre se quedó en la esquina saludándome con lágrimas en sus ojos y moviendo su  mano derecha cual princesa en desfile de carrozas. Esa escena parecía salida de una película francesa medio melancólica. ¡La que tenía que estar asustada porque iba a pisar la jungla de cemento era yo! Pero creo que mi madre padeció el desvirgue más que yo.
El taxista fue como mi GPS de Retiro. Traté de ir almacenando todos los datos y detalles que el gordo me iba tirando para que la llegada a Retiro no sea tan de chica de pueblo. Me dijo que esté atenta a los altoparlantes, que guarde cambio para tirarle propina al de los bolsos, que no suelte mis cosas, que lea los carteles, que suba escaleras y demás cosas que cuando llegué a Retiro sólo recordé lo de la propina y lo de los negros chorros que podían llegar a robarme las cosas.
Caminé por Retiro agazapada a mi bolso, mochila y carpa. No encontraba la puta boletería donde supuestamente tenía que retirar mis boletos a la felicidad. Subí escaleras fijas pensando que no había mecánicas hasta que llegué al segundo piso y las vi. Claramente si tenía un cuchillo a mano me cortaba las tetas.
Como mi vida se basa en la computadora saqué los pasajes por Internet y daban la opción de imprimirlos en tu casa o retirarlos por Retiro. Por lo visto mi inconciente quiere cagarme la existencia y decidimos (mi inconciente y mi no tan conciente) que era mejor retirar los pasajes en Retiro el mismo día del viaje. Llegué a la boletería que decía “retiro de pasajes sacados por Internet” y el empleado muy hijo de puta me informó que los pasajes no se pueden retirar por boletería, que tienen que ser impresos en el momento de la compra. Entonces… ¿Por qué carajo te ofrecen cosas que no se pueden hacer? ¿Por qué tienen ese cartel de mierda hecho con letras chotas del Word? ¡¿¡¿Por qué le sigo haciendo caso a mi inconciente?!?! Traté de mantener la calma pero no lo logré. Tenía ganas de agarrar ese cuchillo que quería para cortar mis tetas pero esta vez para sacarle los ojos al empleado con cara de pasivo de Flecha Bus. Volví a la ventanilla para que el pelotudo me dijera qué podía hacer pero sacó el cartel con letras de Word y puso uno que decía “ventanilla cerrada” Si tenía un paraguas a mano hacía la gran Britney Spears. Me dijo que tenía que ir a la otra punta para hacer un trámite. Fuí y de esa punta me mandaron a la otra. Saqué lo peor de mí y se ve que puse cara de luchadora de Sumo porque vino el supervisor a ver cómo me podía ayudar.
NOTA: Mujeres, háganse las lindas, hablen tiernamente, pongan cara de pobres y de esa forma los hombres hacen todo por nosotras.
El pollerudo del supervisor me hizo un seguro por los boletos. Sí, también había “perdido” el de regreso y tuve que pagar $10 en total.
De esa forma ya libre de bronca gracias a Flecha Bus traté de recordar más cosas que me había contado el taxista. Recordé lo de los altoparlantes… Perfecto, no se escuchaba un carajo. Creo que la mina que daba los horarios era Robotina. Corrí a la plataforma que supuse era la mía pero claramente, y después de esperar 5min en la plataforma, terminé dándome cuenta que no estaba en la correcta y por ende corrí para el otro lado donde sí estaba la mía. Todavía prendida a mis cosas cual garrapata en perro de la calle, dejé los bolsos y me dediqué a hacer lo que el taxista futuro participante de Cuestión de Peso me había recomendado…dejarle la propina al flaquito que sube los bolsos y subir al micro. El micro no tenía luz en el baño. ¡Me estaba meando y no había luz en el baño! Lo que si había era un delicioso olor a baño público y a ese café de mierda que sirven con las expectativas que viaje una persona sin papilas gustativas y que les diga que el café es riquísimo. Dudo que eso suceda.

Milagrosamente el viaje fue rápido, tranquilo y con la presencia de esos compañeros de micro que nadie quiere tener pero que todos queremos matar.
A pesar de todo no me puedo quejar. Me enfiesté en Gualeguaychú. Me emborraché y salí haciendo pogo por un programa de America y tuve la oportunidad de chocarme con hombres pelotudos que seguramente el día de mañana les junte bronca y tendrán el “honor” de estar presentes en una entrada del blog. Para la próxima, lo único que tendré que recordar es de imprimir los boletos, no hacerle caso a mi inconciente y juntar plata para comprarme un auto y ahórrame problemas típicos de gente clase media.



2 comentarios:

  1. Yo viajo siempre y no me enfiesto nunca.
    No sé cómo hacés

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  2. Cosas q pasan en tu primera vez en Retiro. Para saber dónde está el micro, lo mejor es fíjarte en los carteles electronicos q son enormes.
    Mirale el lado positivo a viajar en micro, si tenías auto no te podías emborrachar si ibas a manejar después.

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