lunes, 6 de junio de 2011

Casa nueva,quilombos nuevos. Parte II

Convivir con los pintores y obreros fue una gastroenteritis crónica. Un dolor de huevos. Un dolor de dedos aplastados por la puerta del auto.
Lijaban, llenaban de mugre, pintaban como el culo, volvían a pintar, volvían a ensuciar y dormían la siesta en el living de mi casa. Si, de MI casa. No era agradable bajar por un vaso de agua y ver a 5 gordos transpirados tirados en el piso mientras roncaban y hacían la digestión. Definitivamente, no se lo deseo a nadie. Bueno … quizá se lo deseo a todos los hombres conchudos que pasaron por mi vida pero como ellos también son un asco, dudo que les afecte. Como si eso fuera poco hablaban en guaraní. Jamás voy a saber que decían y tampoco sé si me conviene saberlo. Obviamente tomaban tereré y me llenaban los estantes de mi cuarto con botellas de gaseosas berretas llenas de agua fría. ¡Usen una sola la concha de la lora! ¿Ellos también me quieren dejar recuerdos para que no los olvide? Como si las cumbias del norte que vivían cantando fuesen fáciles de olvidar. Todavía no entiendo cómo sobreviví después de esa semana. ¡Dios existe!

Si para las maniáticas del orden, el temita de embalar es todo un temón, imaginen lo que es el tema de guardar lo que costó embalar. Me mudé un sábado a la mañana, el sábado a la noche ya no había cajas llenas de cosas. El domingo sólo me preocupé en acomodar y el Lunes en intentar estudiar alrededor de cumbias del norte, tereré y guaraní. Jamás me mude tan rápido y jamás me costó tanto estudiar.
Parece que los obreros y pintores fueron contratados para romperme los ovarios y cagarme la serenidad. Yo iba con mis apuntes para todos lados. Encontraba tranquilidad, me sentaba a estudiar y los hijos de puta aparecían por arte de magia al lado mío taladrando mi paciencia. Hasta que se me ocurrió sentarme del lado de afuera de la ventana de mi cuarto. Genial! Paz, tranquilidad, armonía, concentración … que no duro más que 15 minutos. No sé si me lo hacían a propósito o siempre tenían algo para hacer. Lo peor de todo es que los muy conchudos terminaron su labor el mismo día que yo terminaba de rendir. Si hubiese tenido energías para matarlos lo hubiese hecho pero tan solo pensar que tenía que deshacerme de los cuerpos, limpiar la escena del crimen e inventarme una nueva identidad…

Bueno, pero mirándole el lado positivo, la casa quedó genial. Me di cuenta que estoy más gorda, que ahora tengo que empezar a donar ropa y que muchos exs son más pelotudos de lo que una creía.
Dicen que casa nueva, vida nueva. Ok, genial. Ahora a esperar que mi vida nueva venga con un mejor culo, menos celulitis y muchos candidatos para futuro novio lindos, inteligentes y con falta de pelotudez masculina. Cierto, es vida nueva, no un milagro. 



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